O NTM CREOULA saiu a 28 de Setembro, mais uma vez para viagem uma de descoberta do mar, com um grupo de jovens instruendos alunos do primeiro ano do Chapitô. Uma viagem pela costa portuguesa com passagens por Cascais e Sesimbra e regresso ao Alfeite na tarde de 29 de Setembro de 2011. Foi a última saída do navio dentro do programa de 2011.
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2 comentários:
A todos los que les gusta la mar y los veleros.
Acabo de terminar un libro de 210 páginas sobre el Galatea. Se titula "Aleta de tiburón"(a Bordo del Galatea) y en é se narran las aventuras de esos marinos en dos historias paralelas, una a mediados de los años cincuenta y otra amitad de los años 70.
Toda la historia surge entre la tripulación y los tiburones que se pescaban en el Galatea y que servían de alimentación a la tripulación. Las aletas de los tiburones se colgaban en los penoles de las como trofeo.
Recomiendo vistar el blog "Buque Escuela de Maniobra Galatea" donde ya hay más de 350 fotografias.
Boas tardes e muito obrigado.
Os adelanto el prólogo y si alguien se interesa por su publicación, yo no deseo ningún beneficio económico, solo que se de a conocer uno de los veleros de la Armada Española.
Prologo.
Creo que las aletas de tiburón dan mucho de que hablar y no sólo como trofeo de pesca de aquellos voraces escualos que servían luego de alimentación fresca y nutriente para los también voraces hombres de la tripulación del Galatea.
Imagino el espectáculo en mar adentro, con las velas desplegadas, el sonido de la tela con el viento y el tintinear de pastecas, motones, y cabos contra los mástiles enarbolados hacia el cielo y los hachazos de la proa con el devenir de las olas.
En ese momento una voz rompía la metódica, monótona y suave melodía de la máquina y la mar. La voz del atento guindola que recorría como un rayo toda la cubierta del velero. E instantes después el corneta Aquilino daba el aviso general de la danza del animal sobre las olas en su lucha por la vida.
Todos en cubierta, como novedad de la cotidiana navegación, se asomaban por la borda para contemplar como era izado a bordo ese tiburón de varios metros de longitud de piel brillante y escurridiza, que se revolvía dando coletazos, para zafarse de aquella garra mortal que se había atenazado como alimento en su garganta.
La cubierta del velero gemía bajo la presión de su poderosa cola, que en los últimos momentos de su vida arrebatada al océano, se negaba a ser víctima fuera de su vital medio.
En torno a esa aleta de tiburón, discurre la vida de esos muchachos que la colgaban en los penoles de las vergas, dando fe de sus hazañas que no se limitaban a la pesca, sino a la navegación, a la mar, a las dificultades para la supervivencia ante la indómita y dura naturaleza y ante la dura disciplina a bordo.
Ahora, pasado el tiempo se recuerda con cierta nostalgia e incluso como una airosa y alegre aventura, pero en aquellos momentos de adversidad, no todo era tan fácil como narran esos muchachos Especialistas de Maniobra. El paso de los años ha dulcificado enormemente, esos momentos y el sabor agridulce vuelve a su paladar, como un vino reposado que en el caminar del tiempo, solo da excelencias.
Aprovecho una vez más, para beber de la inagotable fuente de vivencias de esos aventureros de la mar, en un buque que se movía merced a sus templadas manos, certeros pies y ágil mente.
Muchachos a los que yo, sin conocerlos, los imaginaba y admiraba cuando mi mirada, recorriendo los palos del Galatea, se iba alzando hacia el azul del cielo.
Esos jóvenes han sido el alma de este libro y se ha escrito pensando en ellos, en aquellas dotaciones que han dado vida al velero Galatea y especialmente en : Miguel Gómez Ruiz y José Castrillon Mesa.
Comenzamos estas narraciones en tierra y recordando al Galatea, no sin antes describir un pequeña reseña histórica del velero.
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